Esclavitud, mestizaje y dinámica demográfica
en la Villa de la Asunción de las Aguas Calientes,
siglo XVII

Jorge García Díaz
Universidad Autónoma
de Aguascalientes

Los primeros signos  de  prosperidad en la  Villa  de  la  Asunción los hizo  notar el visitador Gaspar de  la Fuente en  el año de  1609, ya  que se percató, al  finalizar la  guerra contra los chichimecas (1550-1590), del tráfico  comercial  creciente –que en  su mayor parte tenía como  destino las minas de Zacatecas–, de la abundancia de agua y de la relativa calidad de las tierras; pero esto no habría ocurrido de no haber sido por la plena disposición de  las autoridades  locales. La  villa,  en sus primeros años, dependió mucho para su progreso en  los ámbitos económico y social del  crecimiento demográfico, que para 1609  habría alcanzado los 450 habitantes. Con  ese volumen de  población parece exagerado el número de  negros y mulatos registrados (150).  No  obstante, no es raro,  ya que gran parte del  trabajo en la primera mitad del siglo xvii era  realizado por  la mano de  obra esclava.

 

Palabras claves: Aguascalientes, esclavitud, mestizaje, demografía.

 

Introducción. Fundación de la villa

La Villa  de  la Asunción de  las  Aguas Calientes se fundó en  calidad de presidio, con la categoría de villa de españoles, el 22 de octubre de 1575, según la Cédula real  firmada por  el rey  Felipe II  y Gerónimo de  Orozco, presidente de  la  Audiencia de  la Nueva Galicia.1  Muy  pronto la  fundación  se posicionó como  un  incipiente centro comercial difusor de  varios caminos que fluían de  Teocaltiche y Santa María de  los  Lagos hacia los prósperos y codiciados minerales de Zacatecas.

El  arriesgado y  aventurero puñado de  españoles que la  fundaron (Juan de Montoro, Jerónimo de la Cueva, Alonso de Alarcón, entre otros), acaso víctimas de  malos tratos por  parte de  las  autoridades de  Lagos, se lanzaron a explorar una región incierta, más bien inhóspita y celosamente resguardada por  una beligerante población de  indios chichimecas. No obstante, los futuros fundadores marcharon decididos a correr la aventura, a probar, como  siempre, buena suerte y mejor fortuna.2
El primer registro poblacional que se tiene de  la  Villa  de  las  Aguas Calientes, por Hernando Gallegos, data del  año  de 1584, “que censó sólo 16  soldados de  presidio, un  capitán y dos  vecinos”.3  En  años posteriores,  la villa estuvo a punto de  desaparecer por los frecuentes ataques de chichimecas; sin  embargo, no  sucumbió gracias al empeño de  hombres esforzados como  Juan de Monroy, que promovió el reparto de tierras para que se facilitara una rápida colonización del  lugar. A finales del  siglo  XVI, quienes se asentaron en la villa con calidad de peninsulares fueron gente sencilla, trabajadora y, sobre todo, religiosa; en esta última característica hace hincapié José Antonio Gutiérrez:

Si analizamos algunas constantes históricas de  la sociedad regional, encontramos que hacen referencia directa a tierra y familia; erosión, empobrecimiento, fecundidad, fueron las más notorias. Al ocurrir el entrecruzamiento se bifurcaron numerosas proles con fuertes tendencias endogámicas; pero en  el epicentro todo lo movía la tierra: el acaparamiento o el miedo a que se fraccionara. A estos fenómenos dio  fuerza y cohesión la religiosidad. La religiosidad fue lo que dio vida en todos los actos [regionales]; este hombre fue antes que nada religioso.4

Estas características de  la  gente de  la  región propiciaron un  desarrollo  económico y social muy notable. El primer cimiento lo pusieron los fundadores de la villa y su empeño en no dejar que el lugar quedara completamente despoblado, pero a esto se tiene que agregar la pacificación de  los indios chichimecas5 para poder experimentar un  sosegado  crecimiento poblacional. También fueron estímulos importantes  la demanda de  todo tipo de  bienes por  parte de  las minas de  Zacatecas y el desarrollo y la consolidación de  ese segundo camino de  la plata que unía las villas de  Lagos y Aguas Calientes con  el  norte de  la  Nueva
España.6
A principios del siglo  XVII se crearon, en concordancia con las medidas del  visitador Gaspar de  la Fuente,7 la parroquia8 y la alcaldía9  de  la Villa de  la Asunción, las  cuales le dieron un  aire  de  progreso. Además, la instauración del pueblo de indios de San Marcos contribuyó al desarrollo del territorio, ya que proporcionaba fuerza de trabajo.10
De esta manera se comenzó a entrever un  mestizaje que iba  en  aumento por la llegada de grupos indígenas–tlaxcaltecas, otomíes, etc.–, la presencia de negros en calidad de esclavos (no se tiene el cálculo de éstos en  el siglo  XVI)  y la de  españoles. Una  vez  establecidos los  tres grupos étnicos, el mestizaje se iría dando a lo largo de los tres siglos de dominio español.
En el siglo XVI la villa  se fue  gradualmente consolidando como  punto de  atracción y receptora de  población, y se fortaleció sustancialmente la inmigración. Este fenómeno sería en  términos generales el principal motor económico de la región.

Primera  mitad del  siglo XVII.
50 años de desarrollo continuo

Aguascalientes también debe su  desarrollo a su ubicación geográfica, que permitió que fuese un  centro estratégico comercial en la Nueva Galicia  gracias a  que se encontraba entre la  ciudad de  Guadalajara y las ricas minas de Zacatecas y a que además ése era uno  de los caminos más transitables y seguros de la región.

Para 1602,  según el obispo Mota y Escobar, la villa era

una población de  españoles, lo que ya entrañaba  cierta distinción. Al parecer, los doce vecinos que encontró representaban un progreso respecto de  los años anteriores, durante los cuales no se habían establecido  sino  tres o cuatro, lo que entre otras cosas había impedido que el cura del  lugar contara con  su  congrua sustentación. Los doce vecinos españoles de  la villa se empleaban como  mayordomos en  las  ricas estancias que había en  los  alrededores y soportaban toda clase de  privaciones, pues no cultivaban la tierra ni ejercían el comercio. Todo  se reducía a tratos de ganado.11

Los primeros signos de  prosperidad en  la villa los hizo  notar el visitador Gaspar de la Fuente en el año  de 1609,  pues se percató, al finalizar la guerra chichimeca (1550-1590), del tráfico comercial creciente –que tenía como  destino preferente las  minas de Zacatecas–, de  la abundancia de agua y de la relativa calidad de las tierras; pero tal prosperidad no habría sido  posible sin  la plena disposición de las autoridades locales.
La Villa de  las  Aguas Calientes, en  sus primeros años, dependió mucho del crecimiento poblacional para su progreso en los ámbitos económico y social; para 1609 esto se ve reflejado en el número de habitantes: 450 distribuidos en “100  españoles, 200 mestizos y 150 mulatos y negros”.12
Con ese volumen de población parece exagerado el número de negros y mulatos, pero no  es raro,  ya  que gran parte del  trabajo en  la primera mitad del  siglo  XVII  recayó en  los esclavos; éstos, además de  ser  redituables como  mano de  obra, también eran vistos como  objetos de  lujo13 que reportaban prestigio social para los amos, y/u  objetos sexuales.
En el siglo XVII los esclavos negros y mulatos desempeñaban diferentes trabajos en  la villa:  arrieros, vaqueros, cocheros, servidores domésticos,  entre otros, según lo requiriera el amo; pero sin  duda el esclavo que siempre tuvo mayores privilegios fue el doméstico, porque llegó  a tener un  trato más personal con  el amo  (a veces sexual) y a  servirle durante largo tiempo, y era muy  común que, en  recompensa por  sus buenos servicios, se le concediera la manumisión; sin embargo, este tipo  de esclavo era el más improductivo en términos de la economía general.
En esta época, para el caso de la villa, siempre resulta difícil obtener el registro de negros y mulatos esclavos debido a que los cronistas, los viajeros y los funcionarios sólo tomaban en cuenta a los españoles y los indios. Además era una casta no bien vista socialmente por españoles e indios. El único interés por los esclavos residía en obtener de ellos el mayor excedente de trabajo posible, y “la mancha de la negritud no parece borrarse tan fácilmente como la sangre indígena”.14 Es importante seguir el aumento poblacional de la villa para analizar con detenimiento el mestizaje. El cuadro que a continuación se presenta se refiere al número de población en la villa por décadas de 1600 a 1650.

En el cuadro se nota de  una década a la otra el aumento de  la población,  el cual  hizo que la Villa de las Aguas Calientes tuviera mayor fuerza de  trabajo; además, el crecimiento se dio  de  manera ininterrumpida debido  a que no  hubo crisis económicas ni epidemias. Se destaca que sin “el  crecimiento y consolidación […], la multiplicación de  las  huertas, la construcción de  las primeras iglesias, la apertura masiva de  campos de cultivo, la creciente animación de  la vida  comercial y el desarrollo de  la agricultura en las  haciendas de  la región no se podría explicar”15 el auge económico y social de la villa.
El factor más importante para la  transformación rural y urbana fue la  población, pues ésta tomaba las  decisiones económicas, consumía y aportaba los  productos y la  mano de  obra, estableciendo una relación cambiante entre la población española y los diferentes grupos étnicos.
El primer padrón16  de  la Villa de  las  Aguas Calientes se realizó en  el año  de  1648  y fue  hecho por  el cura interino don Hernando de  Calderón; se trata de un documento de suma importancia porque permite ya distinguir  a negros y mulatos, hombres y mujeres, libres o esclavos. El siguiente cuadro muestra el número total de negros y mulatos con su respectiva condición.

La población total de la villa en 1648 era  de 1 300 habitantes aproximadamente, de los cuales 252 eran negros y mulatos, es decir 19.38%  del total.
En  el padrón respectivo, el proceso de  mestizaje aún no  se ve  muy marcado, pero sí aparece con  frecuencia la unión de  indias con  negros o mulatos, debido a que los negros preferían tener hijos libres y la madre transmitía la condición.17 Al contrario del hombre de  casta, la mujer difícilmente podía casarse y casi siempre vivía  en concubinato, considerado casi una norma regional durante la época colonial. La “importación de esclavos africanos en  la primera mitad del  siglo XVII  y [el hecho de]  que un  alto porcentaje de  éstos [fueran] mujeres […] acentúan las relaciones interétnicas fuera del  matrimonio, al juntarse ilícitamente los negros” con  las indias (véase cuadro 5).18
En el padrón de 1648 también resulta extraño constatar el número tan alto  de negros libres, pues de cada cuatro, tres eran libres y uno  esclavo. Se puede suponer que haya habido omisiones, pero también es posible intuir el buen trato que daban los amos a sus esclavos, hasta el punto de otorgarles la libertad.
Con  el número total que se ha  presentado de  negros y mulatos se evidencia el rápido mestizaje en la villa, que es un rasgo original y característico de  la Nueva España y que representaría con  el paso del  tiempo una sociedad colonial organizada en función del  color  de  piel  (véase anexo I). Los mestizos, a lo largo de  la época colonial, fueron encontrando poco  a poco  un lugar dentro del orden social sin duda dominado por los españoles.
Indiscutiblemente con  el aumento de  la población se dio un  progreso que se hizo  evidente en  la primera gran obra pública de  la villa en  el año de 1644, cuando el clero  y el Ayuntamiento, junto con la fuerza de trabajo, construyeron un acueducto que suministró agua al barrio de Triana.
De la misma manera, la intensificación del comercio en la villa provocó la aparición del mercader, quien no participaba en la producción sino  que se dedicaba por  completo al intercambio de  bienes apropiándose parte de los productos.En la segunda mitad del  siglo  XVII la Villa de  las  Aguas Calientes fue otra, porque creó  su  propia personalidad distintiva, producto de  la interacción entre el medio y el hombre.

 

Segunda mitad del  siglo XVII. La consolidación comercial

Es evidente que aumentó en  forma considerable la población en  la villa, hecho indudable si se advierte el crecimiento de la producción agropecuaria,  las  construcciones y las  haciendas y en  general de  la infraestructura de la región en el siglo XVII. De ello se deduce que la carencia de mano de obra fue superada y la agricultura y la ganadería lograron desarrollarse.19
El incremento poblacional siguió de  manera ininterrumpida en  la segunda mitad del siglo XVII y consigo trajo el aumento de habitantes mulatos,  tal como  lo muestra el siguiente cuadro, que presenta el número total de población, por décadas, en la Villa de las Aguas Calientes.

La  economía se fortaleció primordialmente entre los  ganaderos,  los hacendados y los  comerciantes, que recurrieron en  forma permanente a  la  fuerza de  trabajo esclava. Por  ejemplo, se tiene el  caso de  Nicolás de  Aguilera, mercader, que en  1693 compró a Diego  de  las  Moriñas una mulata, cuya edad se desconoce, en  250 pesos de oro común.20 Otro  caso es el  de  Pedro Rincón de  Ortega,21  sacerdote, comprador de  ganado y además hacendado, quien vendió un  esclavo negro de  22  años en  420 pesos de  oro  común al  mercader Miguel Martín Barragán en  el  año  de 1662.22 Por lo regular los hacendados tenían una actitud paternalista con los esclavos empleados en sus propiedades, a quienes trataban como párvulos que había que guiar, orientar y aconsejar. Velaban por  su  buena conducta social y familiar y, sobre todo, supervisaban el cumplimiento de sus obligaciones religiosas: el bautismo, la comunión, el matrimonio y la asistencia a misa los domingos. De manera minuciosa, Herman W. Honrad describe las tareas de un esclavo en una hacienda jesuita:

Las instrucciones que se dieron en 1664 para administrar Xochimanca, basadas en  esta época, indica [sic]  que se imponía a los esclavos un estilo de  vida  reglamentado y controlado. Las  tareas diarias, que se iniciaban a las  4:00  a.m.,  eran muy  detalladas, a fin de  garantizar una actividad máxima de  los  adultos y de  los  niños de  ambos sexos. Losesclavos trabajaban seis días a la semana. Los domingos recibían sus raciones semanarias, oían misa e iban al catecismo, y estaban obligados a dedicar cortos periodos al trabajo en el campo.23

La cantidad de  dinero requerida para la manutención de  un  esclavo dentro de una hacienda no era  muy  elevada. Para darse una idea, el costo anual de ropa era  de 11 pesos por esclavo; y de comida y otros servicios, que en  realidad eran pocos o nulos, era  de 32 pesos más o menos al año. En seguida se expone una aproximación del costo de cada prenda que era destinada a los esclavos:

En  1683  José Rincón Gallardo, pariente de  Pedro Rincón de  Ortega, poseía 144  esclavos entre niños, adultos y ancianos, asignados en  sus seis haciendas y varios ranchos que formaban su  inmenso latifundio de la Ciénega de  Mata. Las  ocupaciones consistían sobre todo en  la cría  de ganado mayor y menor, sirviendo como  vaqueros o pastores.25
En la segunda mitad del  siglo XVII el comerciante cobró importancia y se multiplicó debido a la expansión del  mercado de  la Villa de  las  Aguas Calientes; ya  no  sólo  se limitó  al comercio con  Zacatecas, sino  también con los nuevos centros mineros: Sombrerete, Pinos, Fresnillo y posteriormente Asientos. No sólo  se expandió el comercio a los  centros mineros, sino  que se despachaba ganado mayor a Puebla y se mandaban borregos constantemente a la ciudad de México. Esto se tradujo en la independencia económica con respecto de Zacatecas, que entró en crisis financiera a finales del  siglo  XVII, lo que provocó el debilitamiento de  sus jurisdicciones, como  Lagos; sin  embargo, no fue  el caso de  la Villa de  la Asunción, ya que su  diversidad de destinos comerciales le permitió no sólo  sortear las  dificultades surgidas durante las  crisis en  la región, sino  seleccionar los mercados más convenientes.
Con el creciente comercio también se generaron las primeras compraventas de  esclavos que no  sólo  se dieron en  un  contexto regional, sino que se distribuían a  diferentes regiones de  la  Nueva España:  México, Puebla, Querétaro, Zacatecas, Sombrerete, Lagos y San  Juan. Entre los principales comerciantes de  esclavos estaban  Miguel Marín Barragán, Pedro Mendoza, Nicolás de Aguilera y un  caso atípico de  que hace mención  Jesús Gómez Serrano, Martín de  Esparza, quien tenía en  su  poder “once negros esclavos y a tres más que no se especifica su condición, y es probable que tuviera como  negocio la compraventa de  esclavos, pues de otra forma no se entendería el que tuviera tantos en su casa”.26 La intensa actividad comercial permitió el  surgimiento de pequeños comerciantes que se agrupaban en las plazas para vender diversas mercancías, y entre ellos  se contaban algunos indios, negros y mulatos que habían obtenido su libertad; ésta fue una manera de participar activamente dentro de una economía que era dominada por  los peninsulares y criollos, quienes buscaban excluir a otros grupos sociales.
Una  manera de  comprobar el destino de  los esclavos que salían de  la villa es revisar los documentos acerca de su traslado; por ejemplo, María de Quijas Escalante, viuda de Juan de Huerta, mandó a Antonio Padilla, esposo de Micaela de Huerta, cuatro esclavos a Querétaro. Antonio Padilla certifica que recibió una negra de nombre Sebastiana con tres hijos: Francisco, negro, de 7 años; Nicolás, mulato, de 5 años; y Plácido, mulato, de 8 años.27
A continuación se muestran los registros tomados del Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, en el ramo de Protocolos notariales, referentes a la compraventa de  esclavos.28  Los límites temporales (1654-1700) se determinaron por el primer documento de tal índole (1654) y el fin del siglo, y los rangos de edad se establecieron con base en su capacidad productiva.
El cuadro muestra que en  un  periodo de  cincuenta años se registraron 83 compraventas de  esclavos, de  los cuales 19 fueron africanos, 60 negros criollos o mulatos, un lobo,  dos moriscos y uno  que no se especifica. De los registros, 36 son mujeres y 47 hombres, lo cual  podría indicar que el trabajo doméstico aún no era  mayoritario en la villa; en cambio, al esclavo varón se le empleaba en  las diferentes actividades de  las haciendas de  la región; o tal vez signifique que la mujer esclava era  menos vendida, ya que los hijos heredaban la condición de la madre y podrían servir en un futuro.
También se observa que en  los  últimos diez  años se efectuaron más compraventas de esclavos que en las décadas anteriores, lo que indica el creciente comercio en  la villa y la prosperidad que derramó sobre los al-

rededores, pues podía captar un  gran número de  trabajadores, ya fueran libres o esclavos.
Otro  rasgo es el predominio de la compraventa del mulato que, a diferencia del negro, era relativamente barato, pues se le consideraba inferior en  cuanto a  fortaleza física. Además aparecen  dos  moriscos y un  lobo (véase anexo II).
Regularmente el  precio del  esclavo se cotizaba por  edad, condición física, especialización, salud, condición moral (borracho, ladrón o huidor). Se debe tomar en  cuenta que el esclavo africano trasladado a la Nueva España tenía mayor precio por  ser  mercancía importada, además de  su superioridad física y mayor destreza. El precio promedio de  los esclavos de  todas las  edades en  la segunda mitad del  siglo XVII fue  de  333 pesos, lo cual  indica una demanda alta en la villa, ya que todavía no podían sustituir por completo la mano de obra indígena.
Los esclavos no  sólo eran fuerza de  trabajo, sino que muchas veces también eran bienes que sacaban de  aprietos a sus dueños o albaceas. El siguiente caso revela que el esclavo era  una cosa u objeto del cual  se podía sacar beneficios varios: Fray Buenaventura de Alfaro y Fernando de Araiza, albaceas de Juan de Araiza, dan poder a Pedro Rincón de Ortega para que venda una esclava mulata, llamada Nicolasa, de  40 años, en  300 pesos de oro común. Fue  vendida para poder pagar el funeral de Juan de Araiza.29
El valor  económico de  un  esclavo se vio  reflejado en  las  donaciones efectuadas en  el siglo XVII, ya  que éstas, por  lo común, fueron hechas a clérigos para que pudieran disponer de  ellos  a su  criterio. Por  ejemplo, Juan de  Huerta donó a Fray  Martín de Bandiola, religioso del  convento de  San  Diego, un  mulato llamado Matías, de  ocho años.30 En  la segunda mitad del  siglo XVII se efectuaron nueve donaciones, de  las  cuales cinco fueron hechas a clérigos.
Por  otro lado, y retomando el tema del  matrimonio entre castas, las autoridades  civiles y eclesiásticas percibieron la importancia de mantener separados a los negros de  los indígenas, ambos grupos socialmente dominados y explotados, por el temor de algún contagio o una revuelta en contra de  las autoridades en  turno. Además esta separación se efectuó para que el negro o mulato esclavo no se lograra unir  con  una indígena, ya que engendraría hijos libres. Fue  poco  común que las esclavas negras o mulatas se unieran con indios libres, ya que difícilmente el hombre querría que sus hijos nacieran esclavos y no poder comprar la libertad de su descendencia.
En  el siguiente cuadro se muestran la casta y el número de  uniones que se efectuaron en el siglo XVII.

Las  tendencias de  los contrayentes indican la inclinación étnica, pero en  el caso de  la villa  la propensión a la elección endogámica (unión de individuos del  mismo grupo) tiene mayor incidencia entre los indígenas, a los que siguen muy  de cerca los españoles. Por el contrario, los mulatos y los negros eran proclives a salir  de su círculo étnico.
El mulato y la  india son  los  que se unen con  mayor frecuencia; les siguen el negro y la negra esclavos,31 que frecuentemente eran casados a la fuerza con  el fin de  obtener hijos  para posteriormente apartarlos de sus padres y venderlos.32 Los amos con frecuencia desdeñaban la prohibición de la venta de esclavos menores de 14 años, ya que en muy  pocas ocasiones se cumplió la disposición que provenía de  las  Siete Partidas; 33 existen muchos casos en que los esclavos eran separados de sus padres, como ocurrió con un mulato llamado Juan, de siete años, que fue vendido por Pedro Valenciano y comprado por Martín de León.34

El matrimonio entre esclavos tenía ciertas restricciones:

Al matrimonio de esclavos no se le permitía dormir “en uno”, ni aun en aquellos casos en  que, siervos del  mismo amo,  marido y mujer vivían bajo  el mismo techo; había siempre una explicación sencilla: la falta de locales separados para cada una de  las parejas esclavas y el deseo de evitar con  la promiscuidad de  célibes y yugados graves atentados a la moral. A pesar de  ello, tenían la obligación de  permitirles la cohabitación  en días y horas determinadas.35

Las  Siete Partidas sientan una serie de  preceptos para los casamientos de los esclavos, a quienes se otorga el derecho al matrimonio y la efectividad de la vida  conyugal, incluso al matrimonio de esclavo con persona libre; no obstante, parece ser  que en la Nueva España esto no se aplicó con rigor.36
Para fines del  siglo  XVII la población había aumentado sustancialmente.  La población india creció al grado de  que consideró conveniente buscar agruparse en pueblos. Para ello contó con el apoyo de las autoridades de  la alcaldía y del  clero  de  la localidad, lo que permitió sobreponerse a la resistencia de los hacendados y llevar a buen término la demanda. Así se fundó, primero, el pueblo de  San  José de  Gracia, después el de  Jesús María y, ya entrado el siglo XVIII, el de San José de la Isla.37 Esto coincidió con el hecho de  que la mano de  obra esclava se dejara, paulatinamente, de  utilizar en  la villa;  sin  embargo, surgiría un nuevo centro minero que prolongaría la institución de la esclavitud: Asientos, cuyo  auge abarcó el periodo de 1700 a 1730.

 

A manera de epílogo

Muchos historiadores se sorprenden al enterarse de  que durante la segunda mitad del  siglo XVI y todo el XVII la población africana de  México fue  la más grande de  América, por  encima de  la de  Brasil. El número de indígenas de México sufrió un descenso drástico y los españoles requirieron mano de obra nueva. Por ello los esclavos africanos fueron empleados en  muchos sectores de la economía colonial. De  esta manera, algunos africanos que, arrancados con violencia de su lugar de origen,38 arribaron a  la Villa de la  Asunción durante la  dominación española participaron activamente en la conformación económica y social de la sociedad aguascalentense y fueron destinados a realizar diversas actividades: arrieros, vaqueros, cocheros, etc.  Por  esta razón el siglo XVII fue de suma importancia para la villa, ya que el crecimiento poblacional y el auge comercial permitieron un progreso constante y sólido.
Para el siglo XVIII se estableció Asientos como  centro minero que empleó  mano de obra esclava; sin embargo, la población india había crecido. Por ello es importante proseguir el análisis de la esclavitud en la villa, ya que permite plantearse al menos tres interrogantes: ¿existió un  desplazamiento de  la exclavitud por  la mano de  obra indígena?, ¿Fue Asientos el último rincón vecino de  la villa donde se siguió practicando la esclavitud?, ¿permitió el mestizaje una movilidad social al negro?

 

Anexo I

Clasificación de castas por color de piel39
Bermejos: proviene de los tres troncos –español, indio, negro–; se calificó de bermejo por el color rojizo.
Indios: el color café  es el que impera en la mayoría de ellos.
Negros: son  identificados por  dos  tonalidades de  negros: 1) negros atezados, es decir, extremadamente negros, y 2) negros amembrillados o negro casi  amarillo, fueron también llamados negros amulatados y se dividen en  dos  grupos: a) cafre de  pasa, que tenían el cabello enrollado en  apretadas espiras, formando pequeñas motas que dejaban entre sí espacios de  cuello cabelludo sin  cubrir, dándole la  apariencia de  estar moteado con  pasas, b) merinos, las  espiras del  cabello eran mas largas, no formando pasas pero sí dándole el aspecto lanudo peculiar de  los borregos merinos.
Mulatos: se subdividen en  1) mulato blanco, producto del  blanco y negro, su color de piel  estaba en un matiz intermedio; 2) mulato morisco, mezcla del blanco con la mulata blanca, era  de color blanco o bermejo; 3) mulato prieto, mezcla de negro con mulata parda, su piel  era  semejante a la del  negro; 4) mulato pardo, mezcla de negro con india, era  de diversos colores, como remadura, champurrado, amarillito, membrillo, quebrado, cocho, zambaigo, loro;  5) mulato lobo,  mezcla de  mulato pardo con  el indio, su color era  aindiado; 6) indio alobado, mezcla de mulato alobado con india, perdía las  características negroides, por  lo que parecía indio; 7) mulato alobado, era  de  características no negroides del  mulato lobo  y se acentuaban en su mezcla con la india.
Mestizos: eran mezcla del  blanco con  indio. La mezcla entre híbridos daba lo siguiente: 1) mestizo blanco, mezcla de español con indio, el color era  casi  blanco; 2) mestizo castizo, mezcla de mestizo blanco con el español, su  color  era  blanco; 3) mestizo prieto, mezcla de  mestizo blanco con negro, su color era  negro; 4) mestizo pardo, mezcla de mestizo pardo con mulato pardo, la mezcla se le califica como  coyote; 5) mestindio, mezcla de mestizo blanco con indio, se confundía con la masa indígena.

 

Anexo II.

Clasificación erudita de castas40
Español con india: mestizo. Mestiza con español: castizo. Castizo con española: español. Español con negra: mulato. Mulata con español: morisco. Morisco con española: chino. Chino con india: salta atrás. Salta  atrás con mulata: lobo. Lobo con china: gíbaro.
Gíbaro con mulata: albarazado. Albarazado con negra: cambujo. Cambujo con india: zambaigo. Zambaigo con loba: calpa mulato.
Calpa mulato con cambuja: tente en el aire. Tente en el aire  con mulata: no te entiendo. No te entiendo con india: torna atrás.

 

Siglas y referencias
AHEA-PN Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, Protocolos notariales.

 

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“De  la Conquista a la Independencia”, en  Beatriz Rojas  et al., Breve historia de  Aguascalientes,  México, Fondo de  Cultura Económica-El Colegio de México, 1995,  pp.  13-76.
—  Las instituciones de gobierno y la élite local. Aguascalientes del siglo XVII hasta la Independencia, México, El Colegio de Michoacán-Instituto Mora,  1998.
Thomas, Hugh
La trata  de  esclavos. Historia del  tráfico  de  seres humanos de  1440  a 1870.   Barcelona, Planeta, 1998.

 

Notas:

1 Rojas, “De la Conquista”; Gómez Serrano, La guerra chichimeca.
2 Gómez Serrano, La guerra chichimeca, pp. 64-73.
3 Gómez Serrano, La guerra chichimeca, p. 83.
4 Gutiérrez Gutiérrez, Aguascalientes y su región, p. 142.
5 Respecto de este punto, véase Powell, La guerra chichimeca.
6 Las villas de Lagos (1563) y Aguas Calientes (1575) tuvieron, durante los primeros años de su fundación, una disputa territorial; sin embargo, sus historias son similares y compartidas. Para conocer con mayor claridad este tema véase Becerra Jiménez, Gobierno.
7 Gómez Serrano, “Desarrollo social y demográfico”, p. 59.
8 La creación de  la parroquia de  Aguascalientes data del  año  1601  y fue  seguida por  la separación del territorio, o más bien dicho, de las haciendas y los lugares de ella dependientes. Véase Gómez Serrano, La guerra chichimeca.
9 La alcaldía de  Aguascalientes fue  fundada en  1610  con  categoría de  alcaldía mayor, separándola de la de Lagos, a la que pertenecía desde su fundación. Véase Rojas, “De la Conquista”, pp. 11-76.
10 Lo que no se sabe es el año  de fundación, pero Jesús Gómez Serrano señala que debe de ser entre los años de 1615 y 1620, ya que a partir del último se empezaron a registrar diversos trámites en la parroquia de Aguascalientes. Gómez Serrano, La guerra chichimeca, p. 53.
11 Gómez Serrano, La guerra chichimeca, p. 45.
12 Gómez Serrano, La guerra chichimeca, p. 43.
13 El esclavo es considerado como  objeto/mercancía, porque se le niega la naturaleza de persona. Aguirre Beltrán, El negro esclavo, p. 110.
14 Garavaglia, Mercado interno, p. 353.
15 Gómez Serrano, “Desarrollo social y demográfico”, p. 59
16 El objeto del padrón era  conocer la población gobernada por la parroquia. Además era un  control sobre el cumplimiento de  los sacramentos y demás obligaciones que ésta imponía.
17 Tampoco el negro, considerado infame por  su sangre y por  su condición de  esclavo, quedó enclaustrado dentro de  su casta: la escasez de  mujeres negras, por  una parte, la condición libre  del producto del vientre de la india, por otra, lo llevó a mezclarse con ésta como medio indirecto para salir, a través de los hijos, del estatus en que había sido colocado. Aguirre Beltrán, Cuijla,  p. 10.
18 Gutiérrez Gutiérrez, “Aguascalientes a través del padrón de 1648”, p. 9.
19 Rojas, Las instituciones, pp. 63-64.
20 AHEA, PN 80-10-16, 17f-v.
21 Para 1652 sus propiedades deben de haber sido sobresalientes, ya que la actividad de Rincón de Ortega siempre fue notable porque compraba tierras, vendía ganado, administraba diezmos, patrocinaba obras de beneficencia, compraba esclavos. Rojas, “De la Conquista”, p. 27.
22 AHEA, PN 1-7-2, 1v-2f.
23 Konrad, Una hacienda de los jesuitas, pp. 277-299, 281.
24 Bowser, El esclavo africano, p. 283.
25 Chevalier, La formación, p. 410.
26 Gómez Serrano, “Desarrollo social y demográfico”, p. 74.
27 AHEA, PN 2-5-6, 6v-14f.
28 La estructura de los documentos referentes a la compraventa de esclavos es la siguiente: casta, nombre del  sujeto, lugar de procedencia, edad y algunas señas físicas o de comportamiento.
29 AHEA, PN 1-10-18, 20v-21f.
30 AHEA, PN 2-4-11, 18v-20v.
31 “Conforme a las disposiciones eclesiásticas ratificadas  posteriormente por  la Real Cédula sobre la educación, trato y ocupaciones de los esclavos en 1789,  el matrimonio no podía ser separado cuando dos esclavos se casaban”. Aguirre Beltrán, La población negra, p. 258.
32  Aguirre Beltrán, La población negra, p. 252.
33 Entre 1256  y 1265  el rey  de  Castilla Alfonso X el Sabio  supervisó la compilación de leyes conocida como  las Siete Partidas, donde entre otras cosas se reconocía la guerra justa, el nacimiento como  esclavo y la venta legítima de  individuos para fomentar la institución de  la esclavitud. En el Nuevo Mundo éste fue  uno  de  los precedentes más importantes en  la promulgación de  leyes concernientes a los esclavos. Alfonso X el Sabio, “Las Siete Partidas”, pp. 123-147.
34 AHEA, PN 1-6-2, 2f-v.
35 Aguirre Beltrán, La población negra, p. 254.
36 Thomas, La trata de esclavos, p. 120.
37 Rojas, Las instituciones, p. 32.
38 No todos los esclavos que llegaron a la villa  venían de  África, pues algunos ya  eran nacidos en la Nueva España.
39 Aguirre Beltrán, La población negra, pp. 165-172.
40 Aguirre Beltrán, La población negra, p. 176.